martes, 13 de enero de 2009

Fotos

Publicado por Escolástica (Tania Díaz Taffo) en 10:13 0 comentarios
Estaba mirando fotos. Fotos mías, con diez kilos menos. Es horrible porque me doy cuenta de lo mejor que me veía, lo mucho más cómoda que me sentía. Y lo desperdicié por la sucia comida. Pasado mañana mi mamá a trabajar y comienza también mi verdadera batalla contra los kilos. Volveré a ser la que fui, cueste lo que cueste y demore lo que demore. Pero no perderé el tiempo haré ejercicios mañana, tarde y noche. Comeré lo mínimo y lo lograré.
Como antes ¿Por qué ahora no iba a lograrlo? Ya no son 23 kilos lo que debo perder, son sólo 15 o 16... no es tanto. Yo sé que puedo. No queda otra salida. Esta vez seré paciente, haré las cosas bien, sin trampas: sin vómitos.

Datos 13 de Enero

Publicado por Escolástica (Tania Díaz Taffo) en 5:35 0 comentarios
Mido: 1,60
Peso: 73,7

lunes, 12 de enero de 2009

Datos 12 de Enero

Publicado por Escolástica (Tania Díaz Taffo) en 17:27 0 comentarios
Mido: 1,60
Peso: 74 kilos.

Promesa

Publicado por Escolástica (Tania Díaz Taffo) en 17:26 0 comentarios
Ya no sé cuántos veranos van. Debo saberlo, podría contar años y decir exacto cuánto tiempo llevo enferma. Pero no, para qué. El verano pasado bajé 23 kilos... la sensación era increíble. Pero nunca me sentí cómoda, jamás. Sólo escuchaba a los otros decir que tan linda me ponía. Qué cómo lo había hecho y yo mentía que con dietas y ejercicios, cuando la única verdad era la bulimia, con ciertos periodos de anorexia y mucho llanto.
Subí 11 kilos y esta vez la batalla pretendo se viva distinto. No quiero más vómitos, prometí a mi psicóloga los dejaría. Y los pactos suelo cumplirlos. He aquí el pacto más importante. BAJARÉ 15 KILOS mínimo.

Malas conductas

Publicado por Escolástica (Tania Díaz Taffo) en 17:20 0 comentarios
I

Vomitaba de pie frente al espejo como desafiándose a si misma a no hacerlo. Mientras lo hacía se insultaba y enjuagaba sus manos constantemente, pues temía ingerir hasta media caloría. Calorías que según ella permanecían en sus dedos mientras expulsaba otras tantas. Odiaba arrodillarse frente al escusado, le costaba más trabajo vomitar y terminaba agotadísima. El deshacerse de la comida era todo un ritual: se desnudaba por completa. Se soltaba el cabello, vaciaba el papelero del baño y lo ubicaba sobre el lavamanos frente al espejo. Hacía correr el agua e introducía sus dedos hasta al fondo de su garganta, sin poner atención al dolor o incluso la sangre; vomitaba hasta que cierta marca en el basurero estuviera cubierta, corría a su habitación y subía a la báscula: debía pesar por lo menos 100 gramos menos que en la mañana. Sólo de esa forma dejaría de hacerlo. Exhausta siempre quedaba abandonada en cualquier lugar o vagaba por la casa –desnuda-. A veces tomaba una naranja y se obligaba a comerla, para recuperar el potasio decía... pero el ácido le hacía llorar al atravesar su garganta. Cuando le era imposible tragarla, se preparaba un té con tres sacarinas y lo bebía mientras limpiaba el baño, el basurero y su cuerpo.
II
Vomitaba de pie frente al espejo como desafiándose a si misma a no hacerlo. Mientras lo hacía se insultaba y enjuagaba sus manos constantemente, pues temía ingerir hasta media caloría. Calorías que según ella permanecían en sus dedos mientras expulsaba otras tantas. Odiaba arrodillarse frente al escusado, le costaba más trabajo vomitar y terminaba agotadísima. El deshacerse de la comida era todo un ritual: se desnudaba por completa. Se soltaba el cabello, vaciaba el papelero del baño y lo ubicaba sobre el lavamanos frente al espejo. Hacía correr el agua e introducía sus dedos hasta al fondo de su garganta, sin poner atención al dolor o incluso la sangre; vomitaba hasta que cierta marca en el basurero estuviera cubierta, corría a su habitación y subía a la báscula: debía pesar por lo menos 100 gramos menos que en la mañana. Sólo de esa forma dejaría de hacerlo. Exhausta siempre quedaba abandonada en cualquier lugar o vagaba por la casa –desnuda-. A veces tomaba una naranja y se obligaba a comerla, para recuperar el potasio decía... pero el ácido le hacía llorar al atravesar su garganta. Cuando le era imposible tragarla, se preparaba un té con tres sacarinas y lo bebía mientras limpiaba el baño, el basurero y su cuerpo.
III
Se levantaba apenas abría los ojos y partía al baño, luego se paseaba hasta que dieran las nueve, o las diez. Se desnudaba, subía a la báscula y finalmente anotaba las cifras. Por algún extraño motivo necesitaba pesarse a una hora exacta. Pero hoy era un día distinto, no quería pesarse, hace dos días había cometido el maldito error de comerse un pan con queso y luego de eso no había podido retomar la dieta y ahora tenía dos opciones o comérselo todo o dejar de comer para siempre. Absoluta perfección o de lo contrario el caos, la grasa, el descontrol y el repudio de todos.En la cocina se preparó un té, y cortó sus tres galletas de siempre en cuatro partes cada una y las puso exactamente ordenas sobre el plato verde, redondo. Siempre lo mismo, quizá ahora sí podría tomar el control, hasta ahora su mañana iba casi igual que hace unos días a excepción de la balanza. Pero las miró y las encontró fomes, ridículas. Fue a su cuarto y se pesó: dos putos kilos más que la última meta más baja, le dio rabia, se sintió horrible, fea, deforme. Resultado: media hora más tarde estaba parada frente al espejo de siempre tratando de eliminar los tres panes con queso, jamón y abundante mantequilla de su cuerpo. No podía, sabía que era imposible sacarlo todo... que las calorías que quedarían aferradas en las paredes de su estómago serían superiores a sus tres galletas de siempre.Entonces se la pasó todo el día comiendo –y vomitando- y maldiciendo a todo el mundo a su estómago gigante, a sus pechos caídos, a su ombligo evidentemente desplazado...A la maldita certeza de no saber comer.
 

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